Boris Karloff fue uno de los actores que mejor supo plasmar la monstruosidad de dos de los principales iconos del terror de la primera mitad del siglo XX; Prometeo de "Frankestein" de 1931 e Imhotep de "La Momia" de 1932. Figuras que, en definitiva, se han mantenido vivas gracias a la cultura popular.
Uno de los aspectos más difíciles, a mi modo de ver, a la hora de reflejar la esencia de su naturaleza fue la inexpresividad facial, a pesar de haber realizado movimientos corporales que invitaban al terror. Sin embargo, una de las técnicas más complejas fue el estatismo ocular.
El intérprete transmitió humanidad con su mirada cuando realizó al primer personaje, mientras que proyectó terror tras haber captado esa atmósfera mística, tan típica de Egipto con el segundo.
Otro rasgo que potenció de ambos personajes fue su rigidez, así como la torpeza en sus propios movimientos para dejar constancia de que son dos criaturas que habían vuelto a la vida.
No soy muy fan de las locuciones latinas, pero creo que el 'O tempora, o mores' explica bastante bien la necesidad de recuperar (para no olvidar) y homenajear el cine clásico porque gracias a él tenemos los referentes actuales.
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