Al ministro de Medio Ambiente Fernández López le tomó 5 años darse cuenta de la alta contaminación del Lago de Coatepeque que se ve a través de la proliferación de cianobacterias que emanan un olor fuerte a azufre cada verano.
A través del decreto ejecutivo 12 se ha instalado una alerta ambiental que durará un año. Pero esta alerta ambientar ha mostrado quien realmente son los afectados con el problema ecológico.
Que son los más de 8.000 habitantes distribuidos entre los 17 caseríos al rededor del lago, quienes nunca han tenido proyectos de agua potable o un sistema de captación de aguas lluvias.
Los habitantes de la zona baja del lago consumen el agua directamente del lago para todo, consumo, limpieza y preparación de alimentos, pero con el tiempo el estado del agua ha ido empeorando.
Ahora deben esperar que el servicio de agua por medio de pipa llegue todos los días, pero al lugar llegan 2 pipas de agua que no logra abastecer a todos los habitantes. Las Adesco afirman que al menos deben llegar al lugar unas 6 pipas distribuidas por todos los caseríos.
Para ellos aunque algunos están logrando obtener el servicio. No creen que las instituciones lo sostenga por un año.
Algunos habitantes optan por comprar viajes de pipa de agua que van entre $90 a $115. Un gasto que más que un lujo es una necesidad.
Mientras la alerta ambiental ocurre los proyectos turísticos se siguen construyendo, los negocios mantienen su servicios con normalidad.
Pero las adesco de lanchas y de otros comerciantes pequeños se sienten impactados en su bolsillo por la baja asistencia de turistas.
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