En los años 60 la obra de Oswaldo Vigas experimentó una importante transformación. Fue ésta, la década en la que encontró en el budismo zen una herramienta para su búsqueda por lo divino, lo humano y lo animal; que lo vio discurrir hacia una pintura gestual, de abstracción explosiva y que lo vio regresar a Venezuela.
Podemos encontrar en sus “Signos”, últimas obras de su periodo en París, el conflicto latente en la transición. En estas, Vigas se desenvuelve como un acróbata, con enorme libertad, en trazos rápidos y seguros, como en un ritual de cambio que es al mismo tiempo orgánico y onírico.
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In the 60s Oswaldo Vigas's work underwent an important transformation. It was this, the decade in which he found in Zen Buddhism a tool for his search for the divine, the human and the animal; that saw him move towards a gestural painting, of explosive abstraction and that saw him return to Venezuela.
We can find in his "Signos", the last works of his period in Paris, the latent conflict in the transition. In these, Vigas develops like an acrobat, with enormous freedom, in fast and safe strokes, as in a ritual of change that is both organic and dreamlike.
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“Signos de verano III“, 1963
Gouache sobre papel sobre tela
99.5 x 149 cm
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